CANCER DE MAMA
La palabra cáncer desde ya y hace demasiado tiempo, atemoriza extremadamente a la gran mayoría de las personas, quienes somos desde el nacimiento, potenciales víctimas de éste acontecimiento.
Para entender el aspecto psíquico de la enfermedad, he podido establecer con cierta frecuencia, la existencia de etapas íntimamente relacionadas con su evolución. La primer etapa, llena de incertidumbres, es la que está ligada a la incógnita “¿qué tengo? o ¿qué me está pasando?” a raíz del descubrimiento de un nódulo palpable en el pecho o la axila. Generalmente las pacientes coinciden en el sentimiento de temor y angustia por lo que vendrá. Comienza el abanico de estudios correspondientes para el análisis de la lesión, ecografía mamaria, mamografía, resonancia magnética, biopsia del nódulo y el resultado final.
Aquí viene la segunda etapa, en la que el diagnóstico está claro y sin tantas vueltas debemos asimilarlo, ¡tengo cáncer de mama!. Quizás sea más sorpresa en pacientes que consideramos jóvenes para manifestar la enfermedad, aquellas mujeres menores de 40 años. De igual manera, en todas, el diagnóstico impacta en demasía y el paso siguiente es aceptar la noticia lo mejor que se pueda. Los familiares y amigos cobran un rol protagónico en esta etapa, siendo el pilar más importante para lograr el objetivo, asumir la enfermedad y actuar al respecto,con altibajos quizás, pero con la convicción de no bajar los brazos.
La última etapa es la de los cambios que ocurren tras el tratamiento. Es una etapa que puede dar lugar a sentimientos de bipolaridad, ya que algunos de estos cambios son los principales causantes de momentos angustiosos y/o depresivos, o todo lo contrario, son cambios que obligan a fortalecerse,recordando lo erguida que debe estar aquella mujer…mujer que seguramente también es madre, esposa, hermana,hija,amiga…para enfrentar “la vida misma”.
Como para finalizar se me ocurre decirles a todas aquellas que están transitando por este camino, por un lado tener presente que cada una es diferente, y por lo tanto la enfermedad también lo es, es decir que, no vale la pena influenciarse con otras experiencias, simplemente sobrellevar la propia de la manera más responsable posible, y para esto es esencial, “dejarse ayudar”.
Doctora Cecilia Gigena - Especialista en Diagnóstico por Imágenes.